15 enero 2007

La Iglesia de San Pedro

Poco se conoce sobre los primeros momentos de la historia del lugar. Debe ser una fundación de la Reconquista como parecen atestiguar las ermitas románicas, muy deterioradas, que hay por los alrededores. A partir del siglo XVI los datos son ya muy precisos. En 1507 el pueblo le fue donado a la familia Coronel, descendientes de la familia judía de los Señero. La familia Coronel tuvo grandes posesiones en el pueblo.

La iglesia está situada en la cima de un altozano que domina la población, posición estratégica a la que se accede por una gran escalinata que realza la significación del edificio.

La fábrica está realizada en mampostería con la piedra dura de las canteras locales. El cuerpo de la iglesia se compone de una sola nave de tres tramos altos, de estilo gótico. La cabecera y el crucero, con cúpula sobre linterna, son de época barroca. La torre, a los pies de la iglesia, es una construcción reciente que sustituyó a otra que amenazaba ruina y fue derribada.

Retablo mayor

En los libros de fábrica aparecen varias partidas desde 1694 hasta 1698 destinadas a pagar el retablo mayor. Los maestros ensambladores Martín de Mendizábal y Andrés Alonso realizaron conjuntamente esta obra. El retablo debió asentarse entre 1695 y 1696. Según las cuentas parroquiales el retablo costó alrededor de 14.000 reales. Además de la cantidad en metálico, se entregaron a los maestros 115 fanegas de trigo de Segovia.

Muy caro les debió de parecer a los vecinos y a la iglesia la obra de estos maestros o no estarían conformes con el trabajo realizado o algún problema surgiría porque, en los años siguientes, para algunas piezas que se quisieron hacer para mayor adorno del retablo, se contrató a otros maestros. En 1702 el maestro ensamblador Bernardo Ballejo hizo el pabellón que adorno la hornacina de San Pedro y “otras alhajas” para el retablo. Se le pagaron 202 reales. En 1703 se le pagan otros 40 reales por tres días que estuvo componiendo hendiduras que había en el retablo y en las columnas y que causaban dificultades a los doradores.

El banco se adorna con dos tableros con motivos vegetales que se añadieron en 1703. El autor de la talla fue Joseph Vallexo, maestro de escultura que cobró por ese trabajo 130 reales.

El retablo llena todo el ancho y alto de la capilla mayor. Presenta planta de tipo lineal, adaptándose al testero del templo y está formado por banco, cuerpo principal con tres calles y ático rematado en semicírculo.

En el banco cuatro ménsulas sirven de sostén a las columnas del piso superior y a la vez enmarcan dos tableros tallados y un sencillo sagrario central (nuevo). El cuerpo principal es de tipo tetrástilo con columnas salomónicas de capiteles compuesto que contribuyen a crear los tres espacios o calles. La calle central más ancha que las laterales, está ocupada por un monumental tabernáculo, exaltación eucarística muy propia de la época. El tabernáculo tiene un amplio expositor determinado por columnas salomónicas iguales a las de mayor tamaño del retablo, está concebido como un gran temple: encima hay un segundo cuerpo cubierto por una cúpula adornada en la parte superior por un jarrón. Tiene semejanzas éste tabernáculo con el que hizo José Vallejo Vivanco en 1678 para el retablo mayor de la iglesia del seminario de Segovia, antes Compañía de Jesús, y es muy parecido al que Martín de Mendizábal había hecho conjuntamente con Juan de Ferreras anteriormente, en 1687, para la iglesia de Miguel Ibañez. Las calles laterales están adornadas con dos lienzos alargados. En el entablamento, sobre las pinturas laterales y la hornacina central, hay motivos de hojarasca de abultada talla. El ático se cierra en semicírculo con hornacina en el centro entre estípides adornadas con colgantes y formas avolutadas en los extremos.

Las pinturas alargadas que decoran las calles laterales representan: a la izquierda Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden de predicadores. Viste el hábito de la orden: túnica y muceta blancos, manto con capuchón negro. En la mano derecha tiene el emblema de la orden, una cruz florenzada, y en la mano izquierda un rosario, ya que él instituyó la devoción del rosario. A sus pies está uno de sus atributos: un perro con una antorcha encendida en la boca. En el lienzo de la derecha está representado Santo Tomás de Aquino. Viste el hábito negro y blanco de los dominicos. Se le representa bastante joven y con ancha tonsura monacal. Un biógrafo contemporáneo nos lo describe robusto y grueso, de pelo rubio y temperamento apacible. El santo está delante de un crucifijo, una de las escenas más representadas. Sobre los lienzos de Santa Domingo y Santo Tomás hay dos pequeñas pinturas rectangulares con temas alegóricos.

El apóstol San Pedro, titular de la parroquia, se sitúa en la decorativa hornacina del ático. La imagen de San Pedro aparece sentada en la cátedra, en actitud de bendecir. Su expresión es majestuosa y digna. La escultura está estofada y las telas de pliegues quebrados nos muestran su ascendencia barroca.

En el expositor se colocó el 26 de noviembre de 1728 una pequeña imagen vestida de la patrona de Bernardos: Nuestra Señora del Castillo. En esa fecha se descubrió de donde estaba oculta, el Cerro del Castillo, lugar en el que hubo un castillo y donde existía una ermita con el título de El Salvador. Como la imagen está vestida, hemos buscado descripciones de la talla y hemos encontrados dos que, curiosamente, apenas coinciden.

Retablo de la Iglesia de San Pedro (Bernardos)A la excelente labor de talla, se suma la aplicación del dorado del retablo que se realizó en 1703, por la cantidad de 19.000 reales. Los doradores fueron Joseph Vermexo y Felipe de Diego. Ambos permanecieron en casa del mayordomo mientras duró la obra. El maestro de dorar y estofar Diego Herranz Delgado, certificó que el retablo estaba dorado con toda perfección y que el oro era bueno, fino y sin mezclas.

En 1761 el tallista Juan del Castillo, reformó las custodia y el trono.

Retablos colaterales: Nuestra Señora del Rosario y de Cristo Crucificado

En 1709 se vendieron los dos colaterales que tenía la iglesia a la parroquial de Navas de Oro, barrio de Cuellar por 800 reales. La intención era hacer otros nuevos y mejores.

Los nuevos retablos colaterales se ajustaron con Manuel Carretero en 6.640 reales. Esta pareja de retablos exactamente iguales, se traen de Segovia en siete carros y se colocan en el año 1710. Andrés Pinilla compuso las mesas de altar de los colaterales para situar los pedestales de los retablos. Los retablos constan de banco, un cuerpo y ático. En el banco, dos ménsulas grandes que corresponden a los dos estípides del cuerpo principal, contribuyen al adorno formado por ornamentos foliales de líneas onduladas que rodean un sagrario con puerta muy sencilla. El centro de los retablos está formado por sendas hornacinas trilobuladas que se apoyan en dos estípides y dos columnas salomónicas que se sitúan en los extremos. Los espacios situados entre los estípides y las columnas están remetidos para conseguir mayor efecto de luz y sombra con el movimiento de planos. Se rematan estos retablos con un liezo entre pillastras adornadas con colgantes, sobre dos volutas se sitúan dos angelotes y una rica ornamentación vegetal con hojas, frutas y cabezas de serafines en la parte superior dan presencia a los retablos.

En el retablo de la derecha hay una imagen sin valor de Nuestra Señora del Rosario y en el de la izquierda un Cristo Crucificado de hacia 1600. Las pinturas situadas en el ático de los retablos representan a San Francisco Javier y San Ignacio de Loyola. Las pinturas costaron 166 reales. Ignoramos el autor de las mismas, seguramente algún pintor segoviano al que se las contrataría el propio Manuel Carretero.

El dorado de los retablos se ajustó en 6.600 reales (600 ducados) con el maestro dorador Joseph Vermejo. El dorado se efectuó entre 1724 y 1726.

Bibliografía:

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