Un caballo valiente
En la villa de Bernardos,
D. Mariano Sanz Cubero
fue a la feria de San Juan
y trajo un caballo entero.
Gordo como un reuma,
con buena crin y buen pelo.
Ha llegado a casa
y le ha echado un buen pienso:
mondarajas de patatas
como puñado y medio.
Al ver el pobre animal
el comportamiento del dueño,
ha llamado al de Chinarros
y le ha dicho en estos términos:
‘Compañero de mi vida,
se nos va acabando el sebo.
Cavemos un hoyo en tierra
y dentro de él nos echemos.
Hagamos el moribundo
y que nos coman los perros.
La burra de Serafín
vendrá al acompañamiento,
y, también, la del tío Antolín
que es del mismo regimiento’.
Luis Arranz Boal
Antigua cantinela popular de Bernardos dedicada a mi bisabuelo y a otros colegas suyos por ser unos tacaños y no 'cumplir' con lo políticamente correcto. ¡Nada menos que hacer pasar hambre a un caballo en aquella época! Era más importante entonces el caballo que ahora el camión o el coche, pues de su fuerza dependía la tarea del campo. (Algunos mayores de Bernardos quizás lo recuerden).
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