25 junio 2007

Inmigrantes: un reto, una oportunidad

De los 6.200 millones de personas que vivimos en nuestro planeta, 1.200 millones lo hacen con menos de un euro al día. Según la Organización Mundial del Trabajo, entre el 20 y el 30% de los 3.000 millones de trabajadores del mundo está sin empleo. Ello supone que un ingente número de personas trate de buscar medios de supervivencia en lugares más afortunados.

En las últimas décadas, España ha pasado de generador de emigración, a ser país de acogida de inmigrantes. Su estratégica situación geográfica, el desarrollo económico y la lengua común con los países latinoamericanos, han sido los factores que, entre otros muchos han propiciado esta realidad con la que convivimos.

La sociedad actual vive un continuo cambio social, al tiempo que está marcada por una nueva forma de entender el mundo, de la que no podemos sustraernos. La globalización es el nuevo idioma de nuestra época. Todo sucede a una velocidad de vértigo. La información llega a todos los rincones de la tierra, las fronteras naturales se difuminan y la multiculturalidad es una realidad que se ha instalado entre nosotros. No podemos ponerle puertas al campo. Por el contrario, podemos contemplar esta realidad, tratando de superar los recelos que siempre despierta en nosotros lo desconocido. Abriendo nuestra mente y nuestro corazón para desbordar el localismo y eliminar los prejuicios que nos impiden acercarnos a nuestros nuevos vecinos con la naturalidad y la curiosidad que esta situación requiere.

Muchos somos los que pagamos por viajar a otros países para conocer nuevas gentes, otras culturas. La situación actual, nos permite obtener este conocimiento, solo con salir a la puerta de nuestras casas. Crear ese entramado de intercambio cultural, de acogida, de integración, no es tarea fácil, y corresponde en mayor medida al país receptor, a quienes desde nuestra situación de estabilidad, de privilegio en definitiva, hemos de ponernos en la piel de quien, en busca de un futuro mejor, se ha visto obligado a abandonar sus raíces, su casa, su familia, su cultura, sus amigos...

En nuestros pueblos envejecidos, en creciente fase de despoblación, contar con nuevas familias que viven y trabajan entre nosotros, cuyos hijos acuden a la escuela, juegan en nuestras calles, es una riqueza social, económica y cultural nada despreciable, de la que quizás dependa la supervivencia de muchos de ellos.

Es pues un reto, para nuestra sociedad, eliminar las barreras, especialmente las mentales, que nos impiden contemplar con ojos nuevos y espíritu abierto esta realidad en la que irremisiblemente estamos inmersos.

Cristina Hernández

1 comentarios:

Anónimo dijo...

esta bien eso de que a España lleguen personas que necesitan ayuda para vivir pero tambien creo que se debia de hacer con un mayor control del que se esta haciendo. si ves el telediario la mayor parte de las noticias se refieren a inmigrantes que viven en nuestro pais, ya sean de donde sean, con robos, ajustes de cuentas y malostratos y violencia machista. cuando nuestros padres y abuelos iban por desgracia a otros paises a trabajar iban con un contrato de trabajo ya firmado y les miraban hasta ver si tenian piojos... no quiero decir que no sea bueno para los pueblos que por desgracia se estan quedando sin gente pero tampoco podemos encontrarnos un barco lleno de africanos y como nos les quiere ningun pais traerlos para España.
un saludo para todos esos bernardinos/as.